Estaba quieta, inmóvil. En ese momento no podía explicar por qué.
Deambulaba entre el happy punk y la música electrónica,
entre YouTube y la filosofía,
epistemología y tecnología de la información,
metro, coche, sur, norte.
Entre el hedonismo y la monotonía,
feminismo y astrología,
esquizofrenia y pasividad.
Y no podía explicar por qué.
Un día vi tus ojos y decidí que me gustabas.
El problema era que una vez más; no podía explicar por qué.
Quizá no era necesario hacerlo, sólo aceptarlo.
Dejé que tomaras mi mano, me fui contigo. Nos besamos.
En poco tiempo te convertiste en alguien importante para mí.
El problema fue que parecía no haber problema.
El problema fue que esa quietud me empezaba a asfixiar.
No sé en qué momento empecé a perder mi voz,
todo lo que daba por sentado de pronto ya no era claro,
pero estabas tú y parecías tan nítido. Me pareció suficiente.
Error. El problema fue; que yo no era para ti.
Un día ya no vi más tus ojos, ¿El problema?
El problema es querer explicar todo;
el porqué, comportamientos, antítesis, recuerdos.
El problema es aceptar que a veces no hay tal,
y más allá de errores o reproches,
la causa es: solo querer salvarse así mismo.
El problema es querer explicar todo;
el porqué, comportamientos, antítesis, recuerdos.
El problema es aceptar que a veces no hay tal,
y más allá de errores o reproches,
la causa es: solo querer salvarse así mismo.
Comentarios
Publicar un comentario